sábado, 26 de noviembre de 2011

Rechazo


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Quita esa cara, mujer ella lo miró con desdén.
Escucha, no estoy acostumbrada a que me... me... rechacen. La última palabra la soltó con dificultad, no estaba propiamente dentro de su vocabulario.
Lo sé, te conozco, pero ese hombre no vale la pena ¿Quieres ir de compras?
Matt, estoy experimentando algo que nunca me había ocurrido, y tú…. ¿quieres ir de compras? respondió ella con una sonrisa.
Oh, querida… te conozco lo suficiente como para saber lo que necesitas ahora.

Lucy abrazó a su amigo. Hacía tres años que conocía a Matthew, y hace dos que se declaró gay; si bien en el momento que se lo dijo no reaccionó de la mejor manera, su compañía y amistad han sido muy importantes para ella, teniendo en cuenta que las mujeres no disfrutaban mucho de su presencia.

Tomó el brazo de su amigo y lo arrastró hasta la puerta del edificio en donde un elegante Rolls-Royce los esperaba.

Realmente necesito esos Louboutin que vimos el otro día. Francis, llévanos a Bond Street Miró a Matt Estoy casi segura que la razón por la que ocurrió el…
Rechazo, cariño, vete acostumbrándote a la palabra si piensas ir en la caza del muchacho Lucy no sonrió. 
No va a… rechazarme nuevamente. Me aseguraré de ello.

martes, 8 de noviembre de 2011

Búscame


Sólo fueron unos segundos, pero los suficientes para que la pequeña Rebecca aprovechara la distracción de su inexperto padre y decidiera dar su propio recorrido por la tienda.

¿Qué te parece, cariño? ¿crees que a papá le quedará bien esta camisa? la respuesta de la niña no llegó de inmediato como suponía, y eso alertó al padre ¿Becky?

James se dio vuelta para ver donde se había metido su hija, pero no encontró rastro de ella. El pánico llegó tan pronto que le nubló cualquier tipo de pensamiento lógico.

¡Búscame, papi! fue el chillido de su hija de algún lado de la tienda.

Tragó saliva aliviado, nadie se la había llevado, estaba a salvo en algún lugar cercano.

Dame una pista, cariño. No soy bueno en las escondidas. Lo único que escuchó en respuesta fue su risa.

Suspiró, tendría que hacer lo mismo que hacía cada vez que se le ocurría a su hija esconderse en las tiendas. Se tiró al suelo y empezó a gatear mirando el suelo, buscándola, era la única manera que tenía para encontrarla.

Con alivio miró sus zapatitos rosa claro con blanco y se acercó hasta los colgadores de ropa de hombres.

Te pillé dijo cuando se abrió paso entre las prendas para sacarla de ahí.

¡Me encontraste! gritó emocionada Rebecca.

Y como no lo haría, si era la única personita en el mundo por la que daría hasta su vida.